miércoles, 27 de agosto de 2008

Pez fuera del Agua

  • Nacido en Brasil...
  • Criado en Argentina...
  • Aprendí a hablar con tonada Colombiana...
  • A mi papá no le gustaba el fútbol, en realidad no le interesaba...
  • Ahhh... Argentino y brasileño? De qué cuadro sos? Qué problemas los tuyos en el Mundial? No, ninguno, el fútbol me interesa tres pepinos....
  • Ciudadano brasileño... Brazilian Passport Holder...
  • Nunca voté en Brasil...
  • Nací en el Norte de Brasil: Aracajú, Sergipe...
  • Explicarle a los Paulistas cuando necesito sacar el título electoral en pésimo y vergonzoso portuñol mi historia...
  • Explicarla de nuevo en el regimiento militar...
  • Jurar la bandera en Sao Paulo (Brasil tiene cascos azules en Timor!)...
  • Que en todos los aeropuertos en América Latina se me dirijan en inglés...
  • En Florida y Paraguay se me acerca una Sra. a pedirme plata y me dice "Uan Dolar, plis"...
  • ...

Seguramente en Timor-Leste el cónsul de Brasil estará feliz de recibirme, y cuando un Thailandés se me dirija en inglés en vez de Thai, seguramente no me sentiré más como un pez fuera del agua....

El Juego de la Oca

Esta maniobra es como el juego de la Oca: avanzás un paso, retrocedés dos...

En particular el envío aéreo me llevó una semana poder lanzarlo al otro lado del planeta, y explicar varias cosas en cada paso.

Por ejemplo cuando llega el muchacho de DHl a llevarse las cajas, me preguntá: Dirección? A la cual amablemente se la contesto, y obviamente surjen las siguientes preguntas: altura de la calle? No Código Postal? Menos...

Entonces no me carga en la maquinita, no lo puedo enviar....., me contesta. Que hago? Le explico la historia de Timor oriental de los últimos 10 años???

Por suerte DHL tiene bien sus sistema, y sin esos datos pasó... Cómo será el manual de testeo del sistema de DHL para la lectora de código de barras? Pensar que uno de los últimos trabajos era un problema hacer una distribución centralizada de ítems de menú... Una verguenza... Bien por los programadores de DHL!

Luego me llama la persona de Transporte y me pide el detalle itemizado de cada "cosa" que hay en las cajas. Simple "Es Ropa" le dije. A lo cual me contestó "Ok, un detalle de cada prenda"... Juro que creía que me tragaba la tierra. Se imaginan ustedes a mí haciendo el listado prenda por prenda de la ropa de Albertina????

"No se preocupe Sr. sirve con que diga 20 remeras, 2 camisas, etc" A lo cual me hundía más en la desesperación... Puedo entender de cladística, pero hace taxonomía de ropa femenina y se me funden los circuitos....

Control de Misión a Scout: Dili, we got a problem....

Por suerte el scout, con varios puntos de IQ más que los míos, me armó un listado de memoria, lo repartí RANDOM entre 7 cajas, le puse un precio estimado (asumiendo que el avión de DHL caiga en la isla de Lost) y va de nuevo el paso hacia adelante en el juego de la Oca...

Otro paso para atrás: Sr, ahora debemos pasarlo con un despachante porque se pasó del límite que se puede declarar como personal (USD1000 por cada factura proforma, otro paso hacia adelante 2 para atrás en el proceso este de llenar la proforma...). Espera que declaro menos de 1000 entonces..., de nuevo al Excel, función de distribución y repartir valores para que dé menos de 1000 dólares por cada factura proforma....

Tiro el dado y sacó 2, a ver que dice la prenda...

Se pasó del peso! Sí, me pasé del peso que estaba dentro del límite pactado. Bueno de nuevo paso para adelante, paso para atrás, va y viene, luego de otros 2 días (y usar de nuevo el plástico) salió el envio.

Y así todo.... y si les cuento el pasito para adelante, los pasitos para atrás del proceso de relocación con mi empresa, escribo un libro a lo Dilbert, me convierto en un éxito editorial y la misión de exploración se transforma en misión sabática en el sudeste asiático! Cool!!!!

Slingshot

Varias definiciones:
Y qué tiene que ver todo esto???

Bueno, en particular me siento como si yo fuera la carga o piedra en la catapulta, lista para salir disparada. El mecanismo en tensión, y simplemente esperando que se dispare.

No hay mucho por hacer: ya está todo dicho de antemano, todo decidido: la trayectoria, el ángulo de despegue, el lugar de la caída. Lo que siento es más o menos como lo que siento cuando estoy en el carrito de la montaña rusa... sube, sube, sube, llega al final de la subida, y se asoma al inicio real de la montaña rusa: la caída. Y la caída es free style: poca posibilidad de control.

Algo parecido cuando salte bungee jumping en Puerto Vallarta en México: desde una rampa en un acantilado hacia el Pacífico: pagás, caminás al extremo de la rampa, te atás, y después te queda saltar, y cuando das el paso al vacío, ya está. En realidad ya está todo decidido desde antes...

Lo bueno de estas maniobras es que la verdad salen muy bien!

Solo revisar las misiones de espacio profundo y vemos que son buenas maniobras!

Y como los planes para una misión tripulada a Marte estamos haciendo nuestra mudanza en un perfil de misión en partes, o Split-Mission Strategy.

O sea, primero salió Albertina en el mejor espíritu de los rovers marcianos Spirit y Opportunity: scouting de la zona.

En Control de Misión empacamos las cosas, y se mandan en dos paths:
  • uno rápido aéreo donde se envian las cosas más críticas para asegurar una misión de corto plazo del explorador (leáse ropa interior, zapatos - muchos -, pantalones caqui, pantalones jeans, camisas, camperas, más ropa...), y algunas cosas necesarias para cuando llegue la misión tripulada (leáse juguetes y libros para las niñas),
  • otro más lento por barco, donde van más libros, DVDs y CDS (asumiendo largas tardes mirando el mar, particularmente en la época del monzón), más ropa, y más juguetes.
Además se dejan las cosas preparadas en Tierra Base para poderlas controlar a distancia, y se prepara la partida final tripulada.

Obviamente que durante los tiempos entre cada maniobra de Lift off se mantiene contacto radial y se van ajustando detalles de la maniobra final. La más decisiva fué la de posponer la maniobra final con el resto de la tripulación unos diez días más: básicamente Albertina me pidió un tiempo más para asegurar un lugar de aterrizaje mejor, en el mejor espíritu del Mars Orbiter buscando buenos "landing sites".

Así que la fecha final del último Lift Off es el 2 de Septiembre. Y en este caso se usa otra aproximación: de Este a Oeste, vía el transpolar y vía Australia... tres (3) días reales de órbita, cuatro (4) días calendarios de tránsito...



Y también se van haciendo ajustes a la programación del scout mediante el envío de comandos: "mandar plata" "sent"...

Pfft!

Qué tipo de misión es?

Para ir despejando dudas, no es una misión Franciscana, tampoco de conquista y mucho menos de colonización.

Es realmente una misión de exploración... tampoco es exploración espiritual! Pero como la planificada misión tripulada a Marte, no es económicamente viable llevar todo desde Tierra base, así que es necesario procurarse el combustible para la vuelta y otros elementos necesarios. O sea que es necesario un tiempo para plantar, cultivar y cosechar y luego poder planificar la vuelta....

Espero que quede claro....

domingo, 24 de agosto de 2008

LOST, por Albert

Mañana del sábado 22 de agosto. Llegué a Dili hace exactamente seis días atrás. Estoy esperando para que me atienda la única depiladota de Dili. A mi lado está sentada ojeando una “Marie Claire” la sargento Morrison del ejército australiano (al menos eso dice la insignia que luce en su traje verde camuflado) quien, para tener las manos más libres, decidió dejar su fusil tirado en el piso, exactamente al lado mío. Es verde oliva (el fusil, no la sargento) y me pregunto qué modelo será. Dudo entre interrumpir su lectura o quedarme con la duda. Finalmente me quedo con la duda “total”, pienso, “qué más da. Seguro que si Silvio estuviera aquí sabría qué modelo se trata”. Esto de estar sentada en la sala de espera de la depiladota con un fusil que te apunta es realmente inquietante. Por fin salen sus dos compañeras (también militares) y me toca pasar a mí.

Por ser sábado las calles de Dili están un poco más vacías de autos, camionetas de las UN, combis cargadas de decenas de pasajeros, transeúntes, vendedores ambulantes, perros, niños, chivos, gallinas y cualquier otra cosa que pueda caminar y desee hacerlo en el medio de cualquier ruta, calle o callejuela. Salí con la camioneta Toyota asignada a dar vueltas, tratando de practicar el manejo del lado derecho (para nosotros, el lado del de acompañante). Al principio este tema de manejar del otro lado lo tomé como algo casi personal. Me lo estaba haciendo a mí, sólo a mí como parte de una confabulación orquestada para que todo me fuera muchísimo más complicado. Pero hoy, mapita en mano, me animé a manejar. Necesito saber cómo es esta ciudad y para qué lado estoy yendo, de otra forma voy a depender todo el tiempo de alguien más para que me lleve y me traiga.

La verdad es que no cuesta mucho imaginarse a Sandokán dando vueltas por acá. La ciudad es bastante primitiva, baja y chata, muy desmantelada. Se parece a algunos lugares del gran Buenos Aires, como La Matanza, Gregorio Laferrere, la ruta 26 o cualquier otro lugar polvoriento y triste del conurbano. Estoy en Asia pero parece América Latina. Todavía hay edificios quemados y campamentos de desplazados, herencia de los problemas con Indonesia. La pobreza es enorme. En toda Dili hay un solo ascensor, creo que en el Departamento de Relaciones Exteriores, un edificio imponente y horrendo, donación del gobierno chino. El ascensor sube de la planta baja al primer piso.

Hoy a la mañana mientras tomaba el café pasó una rata corriendo dentro del comedor del hotel donde estoy parando, el Vila Verde. El tamaño de las ratas aquí es asombroso, quizás porque todo es chiquito, hasta la gente. Las mujeres son muy menudas, parecen niñas y tienen un promedio de siete hijos cada una. Todos están subalimentados o mal alimentados. La comida es carísima: un yogourt sale unos U$5 cada potecito. 200 gramos de queso pueden costar alrededor de los 15 dólares. Y la cadena de frío… bueno, en fin, mejor ni pensarlo. La mayoría de los alimentos como derivados del trigo y lácteos vienen de Australia. La carne de Nueva Zelanda, todo en barco, así que hay que amortizar el flete. El alojamiento es carísimo y muy básico. Por suerte, entre las 6 y las 10 de la mañana y las 5 y las 8 de la noche, nubes de mosquitos llenos de dengue, malaria, encefalitis japonesa y yo no sé cuántas cosas más circundan la ciudad, asi que no hay que dejar olvidado el OFF en ninguna parte!

El Mar de Timor es muy atractivo, brillante y transparente, de retazos azules, turquesa, gris y con algunos manchones negros por los corales. la gente sale a buscar almejas, balde en mano, uno de los "recursos economicos" mas populares. La brisa es agradable pero el calor del mediodía, inaguantable. Por suerte estamos en la temporada seca, porque me dijeron que durante los monzones caen baldazos de agua y todo se inunda. La ciudad está rodeada de montañas y eso le da un marco imponente a tanta miseria.

Son las doce de la noche y en la puerta de mi cuarto tengo una fiesta de chinos, malayos, filipinos o lo que sean. Están re-borrachos y son de lo más atrevidos. Les importa nada de nadie.
Mañana sí o sí me voy de aquí a cualquier otra parte.

La semana comenzó de manera lisérgica y siguió así, sin darme un respiro. El recibimiento fue, digamos, anticlimático. Claro que no me esperaba una fiesta, pero bueno, en fin, ¿qué decir para que no suene muy quejoso y tanguero mi relato? Ah, sí que el domingo Tanita y Claudia (dos colegas, una tailandesa y la otra argentina, carajo!) nos llevaron a Alan y a mí a dar vueltas por Dili y conocer un poco más de la ciudad. También conocí Palm Spring, el “compound” donde vamos a vivir. Alan es canadiense y pasó los últimos 15 o 17 años trabajando en el servicio penitenciario de Otawa. Aquí va a ser el encargado del plan estratégico para el sistema penitenciario que, obviamente, es aun bastante precario por decir algo elegante.

El idioma oficial de Control es el inglés, pero también hay que hablar en portugués, en francés y tratar de descifrar los rudimentos más básicos del Tétum (ya sé que “mana” es algo así como “bwana”).

El viernes almorcé sola en “El Tropical”, un restaurante ubicado a la salida de Obrigado Barraks, sede de Control. Bueno, sola es un decir, porque estuvo sentado detrás mío durante todo el almuerzo un enano timorense que vendía fruta.

Aquí todo el mundo tiene una historia que contar pero muy pocos tienen tiempo (o voluntad) para escuchar. Muchos colegas vienen de Kosovo, Darfur, Afganistán, Líbano, etc. Etc. “¿Conocés a tal o cuál?”, es la pregunta obligada entre veteranos. Y sí, la mayoría tiene conocidos en común. Y también la mayoría ya está pensando en su próximo destino. No acaban de llegar y ya están aplicando para rajar. Y es así, de aquí para allá, sin parar.

Domingo 23. Hoy a la mañana salí a buscar otro hotel y conseguí lugar en uno de los mejores, el “Esplanada”. Tiene una piscina muy bonita en el jardín central al que dan todos los cuartos, pero hoy decidieron festejar el cumpleaños de un morenito de unos cuatro años, muy simpático, así que hay música y muchos chicos. Mejor me voy a la oficina, porque no soporto un minuto sin llorar cuando veo chicos de la edad de Emma y Eloísa a mi alrededor. Y me digo a mí misma, tranquila Alber, falta muy poco, ya van a llegar y van a encontrar una linda casita, comida en la heladera y el gatito que Emma tanto espera tener y para el que compro una horrenda cestita azul y una correa.

miércoles, 13 de agosto de 2008

La Puglia, por Albert

Estoy en Brindisi, en la provincia italiana de La Puglia. Es una ciudad-puerto, ubicada en el “taco de la bota”, frente al Adriático. En otros tiempos fue una de las ciudades más importantes del Imperio Romano. Hoy, en cambio, salen de allí los cruceros del Club Med y los ferrys que cruzan a Corfu, en Grecia, y a Albania. Su rutina es somnolienta y calurosa, y la siesta dura más de cuatro horas cada tarde. Pero a partir de las 6PM revive: todo el mundo sale a la calle, a pasear por la peatonal adornada con palmeras, el Corso Garibaldi y la avenida costanera. Familias con chicos, señoras con perros, ancianas paquetas y jovencitos en grupos dan la vuelta al perro sin falta, vestidos con sus mejores ropas. Ni hablar de los zapatos: nuevos y sin manchas. La gente parece muy relajada y elegante. No se ven muchos celulares ni a nadie escribiendo mensajes. Muchos chicos. Muchos cochecitos. Slow life. Poco turismo, sólo algunos mochileros europasistas que esperan tirados en la plaza del puerto que salga el próximo ferry. Es que en Brindisi, además de tomar un barco, caminar por la costanera, ver salir a los cruceros y charlar con los amigos hay poco para hacer. Escribo todo esto no porque quiera entrenar para guía de turismo sino porque no traje la cámara de fotos y quiero dejar testimonio lo que no puedo retratar con imágenes. Tampoco puedo sacar fotos del cuartel logístico de Control. Baste decir que está ubicado en la base del ejército italiano, del otro lado de la bahía de Brindisi y que tiene una bella vista al mar.
En el entrenamiento somos alrededor de 70 personas. La mayoría de los colegas se van para Darfur, en Sudán. El resto nos diseminamos por aquí y por allá. Poco a poco voy armando en mi cabeza un mapa particular, donde figuran los sitios más desdichados del planeta, destinos de las misiones más importantes (Sudán, Afganistán, Georgia, Irak, Chad, etc.). La gente es amigable: todos sabemos que lo realmente fuerte está por llegar dentro de unos días, pero mientras tanto tratamos de relajarnos y disfrutar de esta etapa de entrenamiento. El fin de semana lo pasamos de viaje de egresados: alquilamos tres autos y nos fuimos a Porto Cesareo, sobre el mar Jónico, una villa balnearia muy agradable. Sol radiante, cielo azul, el mar buenísimo y mucha diversión en general. Después nos fuimos a Lecce, una ciudad también muy antigua, con un gran anfiteatro romano, donde cenamos. Domingo: costa del Adriático y cena en Ostuni (llamada tambien la "Ciudad Blanca", en un sótano romano de más de 1200 años de antiguedad. El entrenamiento continua. Hoy martes fue el simulacro de secuestro, escenificado de manera muy realista. Es que aquí nos quieren preparar para todo. Mientras tanto, seguiremos disfrutando del sur de la Italia.

jueves, 7 de agosto de 2008

Ultimo día en Buenos Aires, por Albert

Lluvioso y frío, como no podía ser de otra manera. Comenzó temprano, 9,30AM en el dentista, en Arenales y Uriburu. Siguió en Puerto Madero, en la cola para darme la vacuna de la fiebre amarilla. Más tarde en avenida Corrientes, por error, con despedida de Obelisco. Pasada rápida por la escribanía, gestión de últimos poderes y certificación de firmas. Corrida a buscar las últimas 10 cajas de Tropicur por Farmacity; compras de último minuto en la librería y despedida del box de Vanina, mi depiladota, en el local de Mónica Brenta de Cabildo y Virrey del Pino. Mientras me estoy haciendo la media pierna cavada me llama un tal Jorge, de New York, desde el cuartel general de Control, diciéndome que no tengo visa para Indonesia y que espera instrucciones… “¿De quién?”, le pregunto. “Suyas”, responde. No puedo estar más confundida. Mientras Vanina arranca con profesionalismo las tiras de cera negra, le respondo que no estoy en condiciones de dar instrucciones a nadie. “Ok”, suena resignado “Veré como puedo solucionarlo desde aquí”. Mi pierna ya está inmaculada, cambio de esmalte, último brushing porteño y a correr y correr a terminar con las valijas. Me espera mi papá, leyendo el diario. La conferencia de prensa y la visita de Lula son los temas que tocamos mientras me tomo un café con leche con Criollitas más paté y queso Tolem, mi primera comida del día a las 5PM de la tarde. Intermitentemente, suena el teléfono. Amigos y familia que llaman para despedirse y desearme suerte. Dicen que me quieren mucho, que me desean lo mejor y que me van a extrañar. Cada hora, minuto y segundo de esta jornada transcurre como si se tratara de una alucinación constante, como si no me estuviera ocurriendo a mí, sino a alguien más, alguien lejano y remoto. Mi cabeza está embotada y mis reflejos un tanto lentos. A cada llamado temo parecer fría y distante, como si nada me importara, sin saber mucho cómo retribuir tanto afecto. A medida que la tarde se transforma en nochecita me cuesta cada vez más mostrar algo de lo que sucede adentro mío. Mucho nervio, mucho susto, mucho miedo, y esa sensación de estar abandonando a los que me quieren, cerrando una casa, dejando a quienes trabajaron conmigo los últimos años, desamparando a mis plantas, mis libros, mis cuadros, mis cajitas, mis cosas, los rincones, las cacerolas, los platos. Corro a la juguetería: le prometí a Emma un regalito adelantado por el día del niño. Le compro un disfraz de Blancanieves, la cocinita de Barbie y el Juego de la Oca. A Eloísa le compro un muñeco de Barnie que canta “Te quiero yo y tú a mí!”. Pero Eloísa lo mira con desconfianza y llora mientras Emma revuelve todo, vestida ya con su disfraz nuevo, que le encanta. Y llegan a casa MP, SR, CS, MR, ML, NT… tan queridas. Otra llamada de Control, esta vez desde la isla: la visa a Indonesia se hará desde a mi llegada a Bali. Ultima cena: pollo al horno con papas, berenjenas, zapallo y un morrón. Y mi incansable “Silvio, no te olvides de esto… Silvio, no te olvides de lo otro… Silvio, ¿vas a poder con todo?”. Y Silvio que dice que sí querida, que no te preocupes, que va a estar todo bien. “Pero Silvio”, insisto, “¿te vas a acordar de todo?” (y vale la pena aclarar que cuando digo todo estoy diciendo TODO). Y Silvio repite que sí querida que se va a acordar de todo (aunque muy probablemente en el mismo momento en que lo esté prometiendo no tenga ni puta idea de a qué de los cientos de miles de ítems de su to do list yo esté haciendo referencia). Ultimo café con MP y después, visita del honorable FP, quien sufre resignadamente y con gran entereza de su abrumador éxito profesional: parece que ahora va a salir en la revista Nature, donde ya le hicieron un reportaje (“Algo menor”, aclara, obviamente, mientras me felicita con sinceridad y afecto). Emma me reclama: quiere ver la película de FRUTILLITAS, pero yo me niego: eso sí que no, lo que quieras Emma, pero FRUTILLITAS por favor no, hija mía, que es tarde y estoy agotada. Emma llora: “Mamá, antes te gustaba FRUTILLITAS”, reprocha y entonces negociamos en ver un capítulo más de HEIDI. Estamos en Frankfurt, la Señorita Rottermaier maltrata a Heidi mientras Clarita aguarda la llegada de su Abuelita. El sonido es infame, la calidad del DVD pésima y Emma propone: “¿Y si nos dormimos?”. Eran la 1AM de la mañana del martes y así se apagaba la luz de mi último lunes en Buenos Aires.